viernes, 24 de octubre de 2014

Petróleo blanco


Cuando nos paramos frente la góndola notamos que el litro de leche tuvo aumentos progresivos en los últimos años. Sin embargo en esta cadena, los productores pierden, y entre la industria, supermercados y el gobierno se reparten las responsabilidades.


En nuestro país, la leche es un alimento fundamental en la canasta básica de una familia. La situación actual de los precios, en general, tiende a ascender. La inflación le está ganando la pulseada al Gobierno Nacional que no quiere reconocerla. Esto sucede con la leche. Tanto en la mano de obra como en la pasteurización, en el transporte y en la posterior venta de los comerciantes, hacen que a una familia le cueste $7,50 el litro del sachet de La Serenísima que es el producto lechero, de esa marca, más económico. En el cálculo de medio litro de leche por día que se consume por niño, que es lo que se conseja que ingieran, al mes, son 15 litros = $112,50 por cada chico. Esta cuenta aumenta en las casas donde más de un integrante consume este producto.
Este mecanismo va de la mano con la mayoría de las otras industrias. A los productores lecheros no le cierran los números, el Gobierno Nacional fija precios bajos y el resto se lo reparten entre las empresas y los supermercados.

Números en rojo. La Sociedad Rural Argentina (SRA) asegura que en los últimos cinco años han “cerrado los balances en déficit” para el productor. Principalmente se debe a que los ingresos no han acompañado al continuo aumento generalizado de los costos que termina descapitalizando al industrial. A esta conclusión la fundamenta una investigación del Instituto de Estudios Económico (IEE) que verificó que “los ingresos por hectárea aumentaron un 96% en dólares y el incremento de los costos totales alcanzó, en la misma moneda, el 119%”. Si se mide en pesos por litro, el costo se agigantó un 187%. “En los últimos dos años, por orden del Gobierno, se pasó de $1,45 a $2 el pago por el litro de leche a los productores. Esto no es nada si se toma en cuenta que la inflación anual es del 30%, por lo menos tendrían que pagarnos $2,30”, afirma Mirta Huck, propietaria de un campo de más de 100 hectáreas en Lobos. Para la productora agropecuaria los números no cierran porque los valores de todos los factores no tienen un freno. El Ministerio de Agricultura Nacional informó que en mayo de este año, el precio promedio del litro leche cruda se ubicó en $2,075. Si se compara con algunos países de la Región, los valores promedio expresados en dólares por litro de leche ubican a la Argentina por encima de Uruguay, Chile y Brasil. Sin embargo, la contracara es lo que se le paga al productor. Nuestro país aparece por debajo de las naciones vecinas según el organismo que nuclea a empresarios agropecuarios (CREA).
“En mi caso que tengo un campo chico y no puedo tener muchas vacas en el tambo ni disponer de muchas hectáreas para cultivar, no tengo margen económico”, se queja la productora lechera sobre la situación actual. Los costos subieron regularmente pero los ingresos han estado condicionados por los efectos de las políticas que regularon el precio de la leche al productor y por la evolución del valor internacional de la leche en polvo. Esto genera márgenes, como dice Huck, netamente negativos.
“Invertir en un tambo, hoy en día, es muy arriesgado”, reconoce José Luis Lanati que asesora tambos. Este ingeniero agrónomo convive en el día a día con las problemáticas de los campos que se dedican a las vacas lecheras. Una de las características actuales del negocio lechero es la volatilidad del importe, más aún en países como la Argentina, donde probablemente la principal referencia a la hora de formar precios sea el comercio exterior. “Cualquier movimiento en la oferta o la demanda internacional tiene un impacto directo en el precio de los lácteos y repercute en el precio de la leche al productor”, sentencia Lanati que es orientador de varios campos de la zona ondulada de la provincia de Buenos Aires. “La gente se queja del precio en las góndolas pero no sabe que el que elabora ese producto no le alcanza con lo poco que se le paga”, explica.

Del tambo al supermercado. Cuando las máquinas ordeñan a la vaca con ayuda del tambero, los camiones de las empresas lácteas entran al campo a retirar la leche. Este transporte es especial ya que tiene un tanque de almacenaje que suelen ser de panza fría, es decir, tienen doble pared para regular la temperatura. El proveedor de La Serenísima, Germán Zas, explica que “en la fábrica se decide la calidad del alimento y de ahí el producto final  que se hará con el mismo”. Allí se pasteuriza y se envasa. Una vez preparado todo esto, La Serenísima envía tanto en camionetas como en camiones sus productos para los supermercados y comercios. “Todo el transporte de la empresa es terciarizado y la gran mayoría hace lo mismo. Los costos del traslado se hace cargo La Serenísima es por eso que cerca de $4 por litro se lo queda la compañía”, describe el empleado que hace siete años trabaja en negocio lácteo.
Hay una explicación para descifrar por qué abonamos a ese precio el litro de leche. Además de los aproximadamente $2 que se le paga al productor, otros $4 son retenidos por la empresa láctea. A este total, por ejemplo los supermercados chinos tienen que pagar ingresos brutos. En estos momentos, ellos compran el litro del sachet de La Serenísima a $6,30. La venden en las góndolas a $7,50, es decir entre un 19% y un 20% de ganancia para el súper.

Contracara entre productores, industrias y gobierno. Los desencuentros y las diferentes visiones entre gobierno, industria y producción se terminan pagando caro. “Existieron dirigentes de la producción que en algún momento aseguraban que iba a faltar leche, que algunos industriales llegaron a solicitar retenciones a las exportaciones porque los polveros los corrían con el precio y que desde la Secretaría de Comercio tenían la teoría incomprensible de que no existía presión de la oferta sino todo lo contrario”, declara Huck que hace 15 años tiene su tambo. Claro está que esto hizo y hace que el resultado sea dramáticamente previsible y si se tiene en cuenta que Argentina es un país que cuando se habla de inversiones, hay que decirlo en un corto plazo.
La defensa de las industrias se basa en la prohibición momentánea de embarques, cuotas y suba de derechos de exportación. En una nota de opinión del periodista de Clarín Rural, Héctor Huergo llama “década ganada” a los 10.000 millones de litros que se extraerán este año, misma cifra que en 1998. “Pero este triunfo se logró con menos vacas, menos tambos y menos tamberos” escribe Huergo. Las industrias, con cooperación del gobierno, ayudaron a través de sus políticas económicas a que la cantidad de tambos se redujera. Según datos oficiales se pasó de 6816 tambos registrados en mayo del 2012 a 6504 en el último informe de mayo del año corriente. Además Huergo evita hablar de la situación de otros países del Mercosur porque “las comparaciones son odiosas” en clara alusión de que las políticas agrarias externas son mejores que las de Argentina.
En las últimas semanas se encendió la polémica por los dichos del ministro de Agricultura, Norberto Yauhar que llamó de “chorros” a los hipermercados. Sucedió en medio del último paro agropecuario en junio. Lo curioso es que Yauhar hizo suya la denuncia de la Mesa de Enlace sobre lo poco que recibe el productor. Los dirigentes del campo critican la diferencia entre el precio que recibe el productor por el litro de leche o el kilo de carne y los que llegan al público. En ese reportaje con el diario oficialista Tiempo Argentino, Yauhar puso como ejemplo el litro de leche. Bien mencionó que la industria lo paga a $2, pero que en una feria de Lomas de Zamora se vende a $4,90 y en los hipermercados, a $7,50 por sólo poner una cajera. En la medida tomada por la Secretaría de Comercio, el congelamiento de 500 productos abarca al sachet de leche entera La Serenísima y se debe cobrar entre $6,85 y $7,23 dependiendo del supermercado.
Esta actitud desconcertó a los comercios atacados ya que son aliados de Guillermo, Moreno. En este sentido la situación es diferente a los mercados chinos que no tienen convenio con el gobierno. Un comunicado reciente de la Cámara de Supermercados de Rafaela que describe que las cargas fiscales en el caso del sachet de leche llegan al 18%, a eso le añade el 17% que representan los gastos de personal y un costo de 1,25% en las operaciones con tarjeta de crédito.
“El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) no brinda información desagregada sobre precios”, manifestó el empleado del organismo público, Roberto Rodríguez. Además informó que “si se tiene en cuenta los índices en el último año (Julio 2012 – Julio 2013), los productos lácteos aumentaron un 9%”. La inflación privada no concuerda con este balance. Según la página web www.inflacionverdadera.com, que provee índices alternativos a los oficiales, la inflación anual se ubica en un 20,8%. Para los productores año a año los costos aumentan desde un 20% y muchos de ellos en dólares. Huck da cuenta que las industrias abonan 40% más el litro de leche que hace dos años pero que, sin embargo, no alcanza porque no queda ganancia.
“En la cadena hay alguien que miente, y los platos rotos los termina pagando el consumidor”, sentencia Zas mientras le cobra al dueño del súper chino en el barrio porteño de Floresta. Por su parte, Mirta Huck es contundente: “Acá el gran responsable es el Gobierno Nacional. Mientras esto siga así, cada vez menos productores invertirán en sus campos. Ese dinero es difícil de recuperar”. La realidad es que es imposible conseguir el precio que dice el Ministro que debe venderse el litro de leche.

Vivir del campo. Los cambios tecnológicos, la competencia por la productividad y los nuevos modelos de producción obligan a tomar decisiones de inversión de diversa magnitud en los tambos. Para el director de la revista Infortambo, Alejandro San Martín “antes de tomar una decisión se necesita implementar un plan para analizar los efectos y estimar los resultados”. En el ámbito rural, hay inversiones que tienen como objetivo bajar costos, otras aumentar ingresos y en algunos casos se trata de una combinación de ambos. Una de las variables que más influyen sobre el resultado de los tambos es el precio de la leche. Por lo tanto cuando se hacen evaluaciones de proyectos, el precio que se le asigna a la leche producida durante los años que durará el mismo, es fundamental.
Los pequeños productores son los más perjudicados. En un tambo donde ingresan 60 vacas, se necesita una inversión anual de sembrado ya sea de maíz, sorgo, soja o fardo con su posterior cosecha. Dedicar hectáreas para el cultivo y si no alcanza, tal vez tener la suerte de poder alquilarle a un vecino que no las tenga en uso. Todo eso tiene su costo. Es cierto que el precio varía del alimento que se le quiera dar al animal pero en lo que se le dé tiene que ver la producción y la calidad de la leche.
A esto se le sumó la publicación en el Boletín Oficial del Indicador Mínimo de Trabajadores para los tambos. Fue en enero del 2012 cuando la AFIP notificó que debía haber un tambero cada 40 vacas en ordeñe. Esto provocó un masivo rechazo de los productores. “La cantidad de empleados que tienen los tambos hoy es mucho menos a los que establece la norma. Es un disparate, un error de apreciación, pareciera que estuviéramos hablando de tambos del siglo pasado”, se queja Mirta. Esta medida es utilizada por la AFIP para penalizar a aquellos que no puedan justificar su declaración jurada.
En el caso del tambo se generan ingresos por varías vías: la principal es por la producción de leche, pero también existe otra, nada despreciable, que es por la venta de hacienda. Esta es denominada por algunos como subproducto del tambo, ya que agrega ingresos. La ganancia no es un disparate pero se puede sacar $3000 por animal dependiendo del peso y características.
Félix Fares se desempeña como consultor de empresas agropecuarias en el tema de gestión económica, presupuesto y diagnóstico en la provincia de Buenos Aires. Félix concluye diciendo que en esta actividad multimargen “es posible calcular diferentes márgenes brutos pero lo cierto es que hoy en día sólo con el precio de la leche que la industria le paga al productor, no es posible mantenerse”.

Quesos: otra alternativa. Cada vez más productores se animaron a ir un poco más allá de la comercialización de la leche. Comenzaron a invertir en quesos pero cada uno a su modo. Es el caso de Fernando Crespo primer fundador del Noble Repulgue, creó la Tercera Docena y hace un tiempo empezó, en su campo de Mercedes, a producir diferentes quesos con la leche que saca de su tambo. “Cuando comencé hace más de 10 años la situación era otra. Ahora hay que intentar retener a los clientes porque sumar nuevos está complicado”, confiesa Crespo vía telefónica desde su campo de 150 hectáreas.
Luego de casi una década de expansión, los quesos argentinos están perdiendo gradualmente mercados y competitividad. La salvedad son los mercados regionales como Brasil y Chile, en el resto están surgiendo dificultades para sostenerlos. Las causas de esta decaída son: la competencia de otros jugadores, el alto valor de la leche en polvo (que se ubica a USD4643 pero llegó a ubicarse en 5000 de la misma moneda).
Según María Livia Vilardo, de la Agencia PROCÓRDOBA S.E.M.,  “la comercialización de los quesos nacionales está en baja”. En 2011 la exportación de quesos ascendía a 56 millones de dólares. El año pasado se ubicó en 38 millones. Y si se compara cómo iniciaron las exportaciones en 2013, las expectativas están por el suelo porque los quesos disminuyeron un 11%. Las decisiones que salen de la Secretaría de Comercio de limitar las exportaciones, hacen que muchos quesos no puedan ser enviados al exterior y tengan que sumarse a la oferta ya establecida para el comercio interior. “En estos momentos, por ejemplo, se ofrecen quesos de rallar envasados al vacío por un valor menor que si se exportara”, describe José Luis. El problema es que para que la cadena comercial se pueda sostener, a la larga o a la corta se tienen que achicar los gastos.
Los que buscan los precios más bajos son las pizzerías. Le sucede a Patricio Fernández, dueño de “La Universal” ubicada en el barrio de Floresta. Patricio compra cerca de 200 kg de mozzarella y tiene dos proveedores: Barraza y Quesos Argentinos. Él tiene dos marcas de lácteos porque a veces hay faltantes y por sobre todas las cosas el precio. “Barraza me está cobrando $40 el kilo de mozzarella y Quesos Argentinos $32”, explica el dueño de la pizzería famosa por la canción “Moscato, pizza y faina”, de Adrián Otero.
Hay veces que los camiones no pueden entrar a los campos a retirar la leche porque los caminos están intransitables. Es por eso que muchos terratenientes hacen masa lo transportan por sus propios medios a las fábricas y luego se llevan la mozzarella para que ellos mismos la comercialicen. “A mí me está dando resultado porque cuando vendo la mercadería le puedo poner el precio que quiero y aún así sale más barato que las primeras marcas”, dice Mirta que les enseña a sus tamberos a hacer transformar la leche en el paso previo a la mozza. Esas fábricas hacen quesos duros y blandos como así también ricota. Este proceso es utilizado principalmente por los pequeños empresarios agrarios que además tienen sus campos ubicados a kilómetros de los caminos asfaltados.

La población tiene a su disposición varías vías para reclamar por el gasto que tienen que hacer por algunos productos y servicios. Cuando este periodista quiso saber cuáles son sus opiniones al respecto del precio de la leche, la Asociación de Defensa del Consumidor y Usuarios de la Argentina (Adecua) como la Subsecretaría de Defensa del Consumidor hicieron oídos sordos y no emitieron juicio alguno a la solicitud.
Así termina el camino, los productores, las industrias y el Gobierno Nacional peleándose y el ciudadano pagando lo que refleja el mostrador del mercado.



miércoles, 9 de julio de 2014

Procedimiento policial insólito en la final de la Copa Argentina

Los ingresos a los estadios del fútbol argentino son, en muchos casos, vergonzosos. Apretones, empujones, gritos, corridas, policías reprimiendo. Leila Argüello tiene 25 años y es hincha de San Lorenzo. Lo sigue a todos lados desde 2007. Siempre la acompaña su mamá. Con la prohibición para los hinchas visitantes, sólo concurre al Nuevo Gasómetro.

Cuando el club de Boedo llegó a la final de la Copa Argentina frente a Arsenal, el 16 de octubre, se les abrió la puerta a los hinchas para volver a viajar y presenciar el partido en Catamarca. Leila viajó con su madre y a la hora del tradicional cacheo, la hicieron entrar a una carpa y las oficiales de la policía provincial la obligaron a desnudarse para connotar que no tuviera armas ni drogas. “Si no lo hacía me tenía que volver a Buenos Aires”, sentencia la porteña.


Leila accedió y concluyó: “Fue un mal momento pero viendo que después los barras entran con armas de fuego y cuchillos, esto es inentendible”. El fútbol nuestro de cada día.

Política barrabrava

La seguridad en el fútbol es un tema habitual en la agenda del periodismo deportivo. Pero para la política nacional no parece que fuera así. De hecho, funcionarios públicos les dan trabajo a los barrabravas y no proponen medidas contundentes. Julio Grondona, en el ojo de la tormenta.

Lionel Messi llora por la violencia en el fútbol. En primer plano aparece el mejor futbolista del mundo con una lágrima que atraviesa todo su rostro en un spot realizado por su fundación y la Municipalidad de Rosario. “Nadie gana” es el lema. Para Raúl Gámez, ex barrabrava y dirigente de Vélez, el fútbol “se convirtió en un negocio para los violentos”. “Actualmente la situación con ellos es gravísima. El Estado, en vez de combatirlos, los lleva a actos políticos, mundiales. Los utilizan tanto Guillermo Moreno como Boudou. Julio Grondona sabe de esto también porque le gusta ser mafioso”, explica Gámez con cara de indignado en un bar de Liniers, barrio en el que vive. Cacho Nieto - así quiere que lo llamemos-  es hincha fanático de Chicago y coincide en que los políticos utilizan a los barras: “Hay un barra del club que es “culata”, o mejor dicho guardaespaldas, de Moreno, ex Secretario de Comercio. Este muchacho no podía salir del país y viajó al Mundial de Sudáfrica para custodiar a Messi”

La relación entre el sector político y los barrabravas es tan oscura como real. Con el paso del tiempo se agigantó y desde el Estado nadie se hace cargo. Incluye a dirigentes de los clubes y a las fuerzas de seguridad. Sus documentos son la portación de armas de fuego. La lista de víctimas que realiza la ONG Salvemos al fútbol, contabiliza 273 muertos y 60 de ellos en los últimos diez años.  

“Esto es culpa de los políticos porque bancan a las hinchadas. No pueden decir que no saben qué es lo que pasa, no quieren ver”, analiza Nieto en su casa de Villa Insuperable. Asegura nunca haber sido barra, pero sí amigo. Siempre estuvo, y está, en el club y cuando trabajó lo hizo adhonorem. Casualidad o no, viste remera y zapatillas verdes y en su cabeza cuelga anteojos del sol con marco del mismo color que el club de sus amores. Gámez tiene un saco y una camisa sobria pero también le apunta al Gobierno Nacional y al Presidente de la AFA: “Quieren aparentar que hacen algo tomando medidas ridículas como sacar a los visitantes o implementar el AFA Plus y es mentira, no hacen nada. A Grondona le viene bien darle poder a los barras para debilitar a los dirigentes. Él necesita dirigentes débiles para manejarlos”.

Cuando Gámez era aún directivo presentó un proyecto en AFA. Consistía en que no fuera el público visitante por un año y que no haya venta de entradas, los únicos privilegiados serían los socios. Javier Cantero quiso hacerlo pero la barra fue más fuerte. También propuso hacer un tribunal de disciplina pero fuera de AFA, con jueces elegidos por concurso porque “si Grondona lo maneja sería más de lo mismo”, sintetiza el velezano.

En los últimos 30 años las peleas de los barras cambiaron de modalidad. Así lo explica Nicolás Licera, socio de Huracán desde los cuatro años: “Cambió mucho la violencia. Ahora es entre barras del mismo equipo. Hay negocios y plata. Se pelean para repartir ese dinero. Como por ejemplo: los estacionamientos, las entradas, la plata que les dan por mes los clubes, la ropa y hasta porcentaje de jugadores”. Licera no se olvida de los arreglos políticos: “En muchos clubes están metidos altos dirigentes políticos que utilizan a los violentos para hacer trabajos sucios o llevarlos de campaña con sus bombos”.

El club Colegiales milita en la Primera B Metropolitana, tercera categoría del fútbol argentino. Tampoco está exento de las internas que atraviesan sus hinchas más peligrosos. En octubre asesinaron a Fernando “Pocho” Morales, jefe de una de las facciones del club. Éste tenía relación con el presidente de Colegiales, Rodrigo González, que a su vez era candidato a concejal para Vicente López por el Frente para la Victoria. Gustavo Pereyra es relator partidario del Tricolor, amigo de González y presenció el velorio y la posterior marcha hasta el cementerio de Morales a pesar de que asegura no haber sido su amigo, pero sí que existía un respeto mutuo. Los presuntos asesinos son del sector opuesto de la barra que integró Morales. Se los relaciona con el PRO y el Frente Renovador. “La intención del Secretario de Gobierno, César Torres, es manejar el club, como no lo podían conseguir por las buenas, trataron de hacerlo a través del control de la barra y el apriete a la Comisión Directiva. Todo esto es un apriete para el presidente”, sentenció sin sonrojarse Pereyra.

Gámez repasa anécdotas de enfrentamientos entre hinchadas cuando él era joven. Con conocimiento de causa, el dueño de una inmobiliaria en el barrio de las mil casitas dramatiza: “Este Gobierno va a tener más muertos que la última dictadura militar”. “Cuando Menem sacó la colimba la violencia fue cada vez peor. Los pibes salían más hombres. Menem es el mayor culpable”, declara Nieto mientras lucha por hacer callar a su handy. Sin ir tan lejos en el tiempo, Licera, que tiene 19 años, recuerda que “hace diez años las peleas eran distintas, eran peores”. Los vínculos con los policías y las comisiones directivas fueron creciendo. Lo que sorprende es que quienes deben brindar seguridad son cómplices de los que atentan contra el hincha genuino y el deporte argentino más popular. Las actividades de estos hinchas caracterizados sobrepasan al fútbol. “Cristian Ritondo, vicepresidente de la Legislatura porteña, y Roberto Quatromanno, legislador porteño por el PRO, están involucrados en Chicago. Saben lo que pasa. De hecho, Ritondo se va a postular como vice el año que viene. Es sólo por dar un ejemplo. Ritondo preside la Solano Lima que es una de las agrupaciones más delincuente que hay en el país”, explica con una pizca de resignación Cachi Nieto. Además asegura que “en la agrupación Túpac Amaru de Jujuy está metida con el club Gimnasia y Esgrima de aquella provincia”. Esta asociación es presidida por Milagros Sala, que tiene conexión política con el Frente para la Victoria.



Para todos los entrevistados la violencia en el fútbol “no tiene vuelta atrás”, excepto para Pereyra, que tiene fe en que de a poco “todas las instituciones llegarán a una solución definitiva con la presencia de barrabravas, pero sin violencia”. La pasión del fútbol argentino se está perdiendo. Año tras año, los hinchas concurren menos a los estadios y el folklore de los cánticos entre una hinchada y la otra desaparece. En 20 años la asistencia en las canchas argentinas disminuyeron en un 100 por ciento. En la temporada 1993/1994, la venta de boletos ascendía a 2.743.990 mientras en la etapa 2012/2013 se pasó a 1.297.679.


Mientras, Messi llora por la violencia en el fútbol nacional. Messi caracteriza a los fanáticos de este deporte que quieren  ir a ver tranquilos un partido de su equipo favorito. Messi quiere que gane el fútbol.


martes, 13 de mayo de 2014

La dificultad para ver la realidad

Qué difícil es sentir que te falta algo, aunque ese algo nunca lo hayas tenido. Qué difícil es no poder dormir por las noches pensando en alguien, aunque ese alguien nunca lo hayas tenido. Qué difícil es explicarle algo a alguien, aunque ese algo nunca haya existido y ese alguien sea abstracto.
Qué difícil es tomar una decisión, aunque siempre haya sido algo previsible.
Qué difícil es recordar esos lindos momentos, aunque te retuerces pensando si no fue un sueño.
Ese alguien existe, los recuerdos también. No está muy claro si ese algo es concreto. Lo que sí es notorio y real es que la vida sigue, sin una parte del cuerpo, mutilado tal vez.
Uno vive para los demás pero no todos aquellos viven para uno.
Nunca esperes nada a cambio. Debe ser cierto el refrán que dice que "si no lo esperás, llega". Habrá que ponerse fríos e insensatos y, por ahí, corramos con mayor suerte.