sábado, 1 de septiembre de 2012

Ringo, el extrovertido

“¡A ese lo mato!”. Corto y contundente. Cada vez que hablaba, las palabras de Oscar Bonavena resonaba en la prensa o en la gente que estaba en su alrededor. Ringo, como se hizo apodar por el baterista de Los Beatles, fue un boxeador que se lo conoció más por sus declaraciones, bromas y vida personal que por sus logros deportivos. Es cierto que se recuerdan grandes peleas de este peso pesado versus Muhamed Alí y Joe Frazier entre otros. Fue un gran boxeador como pocos o ninguno, no llegó a ser el mejor por sus pies planos. A esto se refirió Julio Ernesto Vila: “El boxeador no tiene que saltar. Tiene que desplazarse y por los enormes pies planos de Ringo, le era mucho más difícil que a sus rivales.” La mano hábil era la zurda, que se estropeó por los incorrectos golpes producto de los pies planos, fueron una amenaza latente para los Se crió en Parque Patricios junto con ocho hermanos. Pendenciero, fortachón y bromista, Oscar se convirtió en la pesadilla de los vecinos. Su madre, Doña Dominga, era una lavandera que con los años se haría famosa por sus pastas televisadas los domingos al mediodía. Hincha fervoroso de Huracán, comenzó su carrera deportiva en el club de sus amores. Pocos antecedentes tuvieron los despliegues publicitarios de Bonavena. Vendía sus peleas para que los estadios estén colmados. Esto le traería un premio económico importante. Ringo aceptó varias peleas más por la plata que por la importancia de la pelea. Tuvo que decidir entre trabajar en revistas de la calle Corrientes o ponerse a entrenar para pelear. La ideología política de Bonavena contra el Peronismo llegó a su punto máximo cuando en el gobierno de Isabel Martínez se prohibieron los alquileres. Cuando no boxeaba, Ringo vivía de rentas. Siempre estuvo muy ligado a los protagonistas políticos. Fue amigo de Carlos Menem, por entonces gobernador de la Rioja. Y hasta llegó a promover a un ex diputado del Partido Intransigente. Las mujeres ocuparon gran parte de su vida. Su madre, Dora con la que tuvo dos hijos, una prostituto con la que se casó en EEUU y una misteriosa relación con Sally, esposa de un mafioso, que pudo haber conspirado para que lo mataran. Como en toda su carrera deportiva se enfrentó a un rival superior sin medir consecuencias. La mafia y sus ambiciones de querer más acabaron con su vida el 22 de mayo de 1976 a los 33 años. Pero el carisma y lo bonachón que era, quedó en el recuerdo de los argentinos.

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